domingo, 21 de octubre de 2012

Unité 1. Introduction a la Éducation Éthique-Civique (2)


Debatimos el otro día en clase acerca de la utilidad o valor de la Ética, y quisiera dejaros algunas ideas que no pude tratar y argumentar con calma con vosotros. Os animo a que participéis y hagáis lo mismo en la próxima clase o en los comentarios de esta entrada. 

¿Es importante ser buenos? ¿No suenan en la actualidad mucho valores morales, como la “virtud”, o el “bien”, como mera idealización religiosa? ¿No aparecen en otras ocasiones estos valores como una cuestión de “carácter”, que no de aprendizaje? ¿No recoge el Diccionario de la Real Académica el sentido de persona “buena” como “por lo común irónicamente, de la persona simple, bonachona o chocante”? Ya había advertido el filósofo alemán F. Nietzsche acerca de la inversión de valores producida en nuestra moral judeocristiana, para la que el “bueno” se convertía en el débil, el que sufre (y con ello, junto a la bienaventuranza divina, recibe la moral del resentimiento, enfrentada a los valores más vitales).

En la época griega, el pensamiento, la filosofía, se entendía como una forma de ascesis, de moldear la propia existencia. En la democracia ateniense la reflexión ético-política ocupaba un lugar esencial. Así creemos que debería ser en cualquier sociedad democrática, basada en el diálogo y el debate entre ciudadanos. Pero, en la actualidad, la ética, como ha señalado Peter Singer (Ética práctica, 2003), se suele considerar como “un sistema ideal noble en teoría, pero sin valor en la práctica”, como algo inteligible sólo en el contexto de alguna religión, como “un sistema de molestas prohibiciones puritanas, fundamentalmente diseñadas para evitar que las personas se diviertan”, o lo que es peor como una cuestión relativa o subjetiva, lo que niega la posibilidad del razonamiento ético, la posibilidad de afirmar, desde el punto de vista de la razón, que no es cualquier juicio ético tan válido como otro.

Un reflejo de lo anterior es el papel de la ética en la educación, colocada como alternativa a la religión o arrinconada en el último curso de la enseñanza obligatoria. Por no hablar de la polémica creada en torno a la asignatura de Educación para la ciudadanía y los derechos humanos, cuyo contenido se desgaja del tradicional temario de la asignatura de Ética, con lo que se permite tanto al gobierno como a los sectores más reaccionarios, enredar estas materias en el debate sobre el derecho de las familias, o del Estado, a formar o educar en ciertos valores a los jóvenes (cuando de lo que se trata es de permitir un espacio para el debate racional y crítico de los valores y problemas morales contemporáneos).

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